Podcast – Entrar en la escuela del Corazón de Jesús y de María, nuestra madre

Francis Kohn

Entrar en la escuela del Corazón de Jesús y de María, nuestra madre

 

Pierre Goursat tenía un inmenso amor, que su madre le había transmitido, al Corazón de Jesús – término que prefería al de Sagrado Corazón–, y a la Virgen María. Cuando nació, el 15 de agosto de 1914, Pierre fue consagrado por su madre a la Virgen María, y al año  siguiente, consagró a su segundo hijo, Bernard, al Sagrado Corazón. Nacido el día de la fiesta de la Asunción de la Virgen, Pierre falleció el 25 de marzo de 1991, día de la fiesta de la Anunciación, ese año, un Lunes Santo. Las fechas de su nacimiento en la tierra y al cielo, son como un signo de la presencia y de la protección especial de María en su vida.

No podemos comprender quién era Pierre, sin subrayar su adhesión profunda, a un mismo tiempo, al Corazón de Jesús y de María. Desarrollaré primeramente su amor al Corazón de Jesús y, en una segunda parte, su confianza en la Virgen María.

 

-I) Entrar en la escuela del Corazón de Jesús

Cuando Pierre era joven, le era insoportable mirar el crucifijo e iba a refugiarse ante el Corazón de Jesús, en donde encontraba la paz. Explicaba él:

« En mi juventud, tenía un pánico terrible a la cruz. En la iglesia Saint-Philippe du Roule, había dos altares, uno de la Cruz y otro del Sagrado Corazón… ¡Yo corría siempre al del Sagrado Corazón! Y me decía: “¡Pero qué espantosa es esta cruz! ¡Es un escándalo, es horripilante!”. ¿Cómo la gente puede aceptar una cosa así? Con toda esa sangre goteando, me decía: “¡No, no… es verdaderamente espantoso!” En cambio, el Corazón de Jesús era un Corazón resplandeciente. No había sangre. Era luz, fuego… Me decía: “Yo quiero arder, pero no que me corten en pedazos […]. Y me quedaba en paz. Él me introducía en la paz de su Corazón y me sentía confiado y en paz. »[1].

Tras su conversión, Pierre vivió un amor aún más fuerte hacia el Corazón de Jesús. Decía: « Amaba al Corazón de Jesús con un gran amor. Vivía de la adoración y hacía oración sobre la adoración eucarística y el Sagrado Corazón […]. La doctrina de san Agustín, su enfoque intuitivo, iba bien con san Buenaventura y con el Corazón de Jesús »[2].

En esta primera parte, abordaré 4 puntos.

 

-1) Las sesiones de verano en Paray-le-Monial y el santuario confiado a la Comunidad

Tras el primer encuentro de los grupos de oración y comunidades carismáticas que había tenido lugar en Vézelay en julio de 1974, Pierre Goursat tuvo la intuición en la oración de que, al año siguiente, había que organizar el encuentro francés de la Renovación, en  Paray-le-Monial, donde, en el siglo XVII, Cristo se había aparecido a Santa Margarita María  Alacoque y había revelado al mundo la Misericordia de su Corazón. Pierre expuso su intuición a Hervé-Marie Catta. Le dijo: « En Vézelay, estábamos a los pies del Señor, como María Magdalena; ahora tenemos que acudir a Paray-le-Monial, a su Corazón». Esto impresionó mucho a Hervé-Marie, que acababa de leer, en los Diálogos de Santa Catalina de Siena, que el Señor habla, precisamente, de tres etapas de la vida espiritual, tres grados para llegar hasta él: los pies, el corazón y la boca. Para Pierre, esto fue una confirmación de su proyecto; pero tuvo que convencer a los responsables de las otras comunidades de la Renovación, muy reticentes a ir a Paray-le-Monial. En ese periodo, casi nadie conocía esa pequeña villa de Bourgogne. El santuario, muy frecuentado a finales de siglo XIX y entre las dos guerras mundiales, estaba por entonces desierto y dejado al abandono. El culto al Sagrado Corazón había caído en desuso. En 1975, ningún obispo francés había acudido en peregrinación con sus fieles, a pesar de ser el año del tricentenario de la “gran aparición” de Jesús a Santa Margarita María.

Aproximadamente 1200 personas participaron en las dos sesiones de oración y formación, del 12 al 23 de julio de 1975, organizadas por el Emmanuel y animadas con otras comunidades de la Renovación. Durante estas dos semanas, la “Ciudad del Sagrado Corazón” recobró una nueva juventud. Las enseñanzas y las veladas tenían lugar bajo la carpa plantada en el parque del santuario, junto a la basílica romana donde se celebraban la eucaristía y las vísperas. Toda la noche los peregrinos se sucedían ante el Santísimo Sacramento expuesto, en la capilla de las Hermanas de la Visitación, donde Santa Margarita María había vivido y recibido importantes gracias místicas.

Algunos meses más tarde, Monseñor Gaidon fué nombrado Superior de los capellanes, con residencia en Paray-le-Monial. Obispo auxiliar de la diócesis de Besançon hasta entonces, había sufrido una depresión por causa de la grave crisis que atravesaba la Iglesia en ese periodo. Acabando de recibir la efusión del Espíritu, se había sentido profundamente transformado. Desde su encuentro con Pierre Goursat, Mons. Gaidon fue impactado al ver que deseaba renovar el culto al Sagrado Corazón y acogió favorablemente su deseo de continuar cada verano las sesiones animadas por la Comunidad del Emmanuel las cuales, al filo de los años, reunieron multitudes cada vez más importantes, en especial familias y jóvenes. En algunos años, el santuario recobró vida, atrajo una multitud de peregrinos y volvió a ser muy conocido en el mundo católico.

El obispo de Autun, Mons. Le Bourgeois, conoció a Pierre Goursat durante el verano de 1984 y decidió confiar la dirección et la animación de la peregrinación a Paray-le-Monial, a la Comunidad del Emmanuel. Una convención fue firmada el 20 de octubre de 1985. Yo fui nombrado entonces superior adjunto de los capellanes, junto a Mons. Gaidon, para preparar lo que seguiría.

 

-2) Encuentro con Juan Pablo II en Paray-le-Monial el 5 de octubre de 1986

Ese mismo año de 1985, Juan Pablo II anunció que iría a Francia al año siguiente y que visitaría varias ciudades. Pero el programa propuesto por los obispos franceses no preveía que el papa visitase Paray-le-Monial. Pierre Goursat sugirió entonces a Mons. Le Bourgeois que invitase a Juan Pablo II, sabiendo que tenía una gran devoción al Sagrado Corazón. El papa decidió añadir dos nuevas etapas a su viaje: Taizé y Paray-le-Monial.

El 5 de octubre de 1986, alrededor de 150 000 personas participaron en la misa que Juan Pablo II celebró en Paray-le-Monial. En su homilía, comentó las lecturas de la misa del Sagrado Corazón, que habían sido escogidas para esta misa de las familias. Después del Ángelus, el Papa improvisó algunas palabras y dio las gracias “al Emmanuel”. A continuación, fue a rezar a la basílica, a la capilla de las apariciones, sobre la tumba de Santa Margarita María y sobre la de San Claudio La Colombière, en la capilla de los Jesuitas. En el monasterio de la Visitación, Juan Pablo II tuvo un encuentro con las religiosas, con los capellanes del santuario e igualmente con Pierre Goursat y Gérald Arbola, que le había sucedido como Moderador de la Comunidad. Dirigiéndose a Pierre, el papa dijo: « ¡Gracias por haber fundado el Emmanuel! ». Pierre acogió estas palabras humildemente, como una confirmación de todo lo que había emprendido para realzar el culto al Sagrado Corazón y hacer conocer, al mayor número posible, el Corazón de Jesús. Fue el promotor de la renovación del santuario de Paray-le-Monial y permitió también que la villa de Paray-le-Monial fuese profundamente transformada y renovada, como el alcalde me escribía hace unos años.

Cuando falleció Pierre Goursat, se eligieron los textos de la fiesta del Sagrado Corazón para la misa de su funeral en París, el 27 de marzo de 1991. Y Pierre Goursat fue enterrado en Paray-le Monial al día siguiente, Jueves Santo, en una parte del cementerio que la municipalidad concedió a la Comunidad del Emmanuel. Desde entonces, numeroso miembros de la Comunidad y allegados, han pedido ser enterrados cerca de él.

 

-3) El Corazón de Jesús es el “condensado” de la fe cristiana

Pierre estaba convencido de que la Comunidad del Emmanuel estaba llamada a servir en Paray-le Monial, para dar a conocer ampliamente el Corazón de Jesús y el Amor de Dios. Explicaba:

« El siglo XVI, con la Escuela francesa, era una época muy sólida desde el punto de vista místico. Pero luego, en el XIX, se hizo  una caricatura del amor de Dios, del Corazón de Dios. El Sagrado Corazón no es una devoción, es lo esencial mismo del amor de Dios. Dios ha amado tanto al mundo que ha dado a su Hijo único para salvarlo. Ahora bien, es verdaderamente este misterio de amor el que ha sido revelado, que los Jesuítas, con el P. La Colombière, comprendieron en profundidad, y que ha sido propagado en el mundo entero »[3].

Cuando se habla de « corazón » en la Biblia, se le indica como la sede de las emociones, del amor. Y para la mayoría de los creyentes, el Sagrado Corazón es un « símbolo» de la caridad divina. Para Pierre, era mucho más que esto; era la expresión más elevada del amor de Dios por nosotros, el resumen, el condensado de la fe cristiana. Afirmaba: « Si estáis en Paray-le-Monial, no es para resucitar vuestra “devocioncita”. El Corazón de Jesús es esencial, es todo el Evangelio de Juan. Y también los Actos de los Apóstoles. Se trata, pués, de algo verdaderamente importante »[4].

Pierre escribía también en una editorial de Il est Vivant ! (¡Está vivo!): « El Sagrado Corazón es mucho más que una simple devoción. Es la esencia misma de nuestra fe, puesto que se trata del Corazón de Dios, del amor de Dios, del amor trinitario»[5].

Estas líneas de Pierre Goursat estaban en profunda resonancia con lo que el papa Pío XII había desarrollado en la encíclica publicada el 18 de mayo de 1856 por el centenario de la institución de la fiesta del Sagrado Corazón, donde presentaba el culto al Sagrado Corazón « como la escuela más eficaz del amor divino »[6]. El título, Haurietis aquas in Gaudio, retomaba el versículo de Isaías (Is 12, 3): « Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación ». En ella, Pío XII muestra en la Escriture las fuentes del culto al Sagrado Corazón en el Antiguo y Nuevo Testamento. El texto clave es este pasaje de San Juan: « Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua » (Jn 19, 34).

Del Corazón abierto de Jesús en la Cruz, brota la efusión del Espíritu prometida a todos los que tienen sed (cf. Jn 7, 37). La llaga de su costado manifiesta la autenticidad de su Encarnación, pero igualmente su divinidad. Y como una herida hecha después de la muerte no puede cicatrizar, esta llaga permanece abierta para siempre. Ella es el signo del amor infinito de Dios por los hombres, como explica Jesús a Santa Catalina de Siena cuando dice que la herida de su costado es el símbolo del amor divino, infinito, ilimitado y destinado a todos y en todos los tiempos. San Buenaventura expresaba así este misterio: « Si vuestro Corazón fue herido, lo fue para que, a través de la llaga visible, pudiésemos ver la herida invisible del amor »[7].

En esta encíclica, Pío XII precisaba que en el Corazón de Cristo coexisten sus sentimientos humanos y sus sentimientos divinos. Distinguía tres grados del amor: primero,  el amor sensible humano (es el terreno de los sentimientos que Jesús experimentaba como todo ser humano); a continuación, el amor espiritual humano (se trata de la caridad ardiente infusa en su voluntad humana); y finalmente, el amor espiritual divino, que es el amor que, desde toda la eternidad, el Hijo tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo. Estos tres grados, explicaba, forman como « una escala mística ».  Comprendemos así que no se puede acceder al amor divino sin pasar por el amor humano del Corazón de Jesús. Venerando y contemplando al Corazón de Jesús, somos misteriosamente introducidos en el seno de la Trinidad.

  

-4) Las apariciones de Jesús a Santa Margarita María (1673 a 1675)

Jesús se apareció a Santa Margarita María por primera vez el 27 de diciembre de 1673. Escribe ella:

« Se me presentó el Corazón divino como en un trono de llamas, más ardiente que el sol y transparente como un cristal con su adorable llaga. Estaba rodeado de una corona de espinas, que simbolizaba las punzadas que nuestros pecados le inferían; y una cruz encima significaba que, desde los primeros instantes de la Encarnación, es decir, desde que fue formado este Sagrado Corazón, fue implantada en él la cruz »[8].

Durante esta aparición, Jesús le dijo también:

« Mi divino Corazón está tan apasionado de amor por los hombres y por ti en particular que, no pudiendo ya contener en sí mismo las llamas de su ardiente caridad, le es preciso comunicarlas por tu medio y manifestarse a todos para enriquecerlos con los preciosos tesoros que te estoy descubriendo».

En junio de 1675, Cristo revela de nuevo su Corazón a la joven visitandina y le dice:

« He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta  agotarse y consumirse para demostrarles su amor». Y añadía: «Y en reconocimiento no recibe de la mayor parte más que ingratitud, ya por sus irreverencias y sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este sacramento del amor».

Jesús se refería aquí a la Eucaristía.

 

Ya en 1674, Jesús se quejaba a su confidente del poco « amor a cambio» que recibe, a pesar de todo lo que ha soportado para salvarnos. En un momento en el que el corazón del hombre se había enfriado hasta el punto de debilitarse fuertemente la fe y el fervor de los cristianos, comunicó a Santa Margarita María el « fuego ardiente » de la caridad divina que su Corazón no podía ya contener. Jesús nos lanzaba un grito de amor. Señalaba que el pecado más grande del hombre es la indiferencia: y que el mayor mal, es el olvido, la negación de la caridad. Cristo quería hacernos comprender que esta inmensa « sed de amor» que experimenta con respecto a todos los hombres, sólo puede ser saciada si tomamos conciencia de ese amor « loco » que nos ha manifestado, en el más alto grado, dando su vida por nosotros en la Cruz.

Pierre Goursat experimentaba profundamente este sufrimiento de Jesús, y lo expresaba con estas palabras, en 1975:

« Este Corazón de Dios, convertido en un corazón de carne,  sufre por nosotros hasta la eternidad. Este amor, dolorido al ver la incomprensión y ahogado por el amor que querría dar a cada alma que lo rechaza, suplica poderse derramar al menos en aquellas que acepten comprender y que acepten recibirlo »[9].

Al año siguiente, publicaba un artículo en el que invitaba a devolver a Jesús « amor por amor ». Escribía:

« El corazón de Dios se sofoca de amor y el hombre no quiere dejarse amar, porque tiene miedo del Amor. Nada puede entristecer más a Dios que nuestro miedo a son Amor misericordioso. ¿Cómo es posible tener miedo de la misericordia: del corazón de Dios, conmovido por nuestra miseria? »[10].

Pierre Goursat hablaba a menudo del Corazón de Jesús y, escuchándolo, podía percibirse cuánto le amaba, la gran intimidad que tenía con el Señor. Pierre se distanciaba de las formas antiguas de devoción, fuertemente marcadas por el rigorismo y el dolorismo, que él detestaba. ¡Su discurso no tenía nada de empalagoso ni de rancio! Pierre trató sin cesar de transmitirnos el amor ardiente que sentía hacia el Corazón de Jesús. Y cuando Pierre nos exhortaba a dejarnos inflamar por el amor de Dios, siempre lo hacía en relación con el Sagrado  Corazón. En distintas ocasiones, Jesús mostró su corazón ardiendo a Santa Margarita María. Pierre nos invitaba a sumergirnos en este « horno ardiente de caridad ». Decía:

« Tenemos que pedir al Señor que nos inflame el corazón. ¡Tenemos que entrar en su Corazón,  una hoguera ardiente que se nos comunica! Y nos consumimos, entonces, como un tizón. ¡Pero cuando se arde de amor, es otra cosa! »[11].

Pierre decía que el medio más seguro para adquirir la humildad es entrar en la escuela del Corazón de Jesús: « El camino del Señor es verdaderamente el de Jesús manso y humilde de corazón. Es un camino extraordinario. Si somos mansos y humildes de corazón, penetrará en nuestro corazón tranquilamente. Y recibiremos torrentes de agua viva de compasión. Y seremos transportados hasta la vida eterna »[12]. Citaba a menudo el pasaje del Evangelio (Mt 11, 28-29): « Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas ». Un día que Pierre rezaba ante el sagrario con la biblia abierta sobre sus rodillas, uno de sus hermanos de comunidad le preguntó lo que hacía. Pierre le  respondió: « Leo esta palabra: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Es lo que yo hago, ¿ves?, estoy en la escuela del Corazón de Jesús, trato de aprender ».

 

– II) Confiar en María, nuestra madre

Este amor inmenso que Pierre Goursat sentía hacia el Corazón de Jesús, era indisociable del que tenía a la Virgen María, como era inseparable su apego a los santuarios de  Paray-le-Monial y Lourdes, a los que iba a rezar cada año.

 

-1) Bajo la protección de la Virgen María durante la Segunda Guerra Mundial

La infancia de Pierre estuvo marcada por el amor que su madre tenía a la Virgen María: « Siempre rezaba con el rosario », dice. Fue escolarizado en Santa María de Monceau, una escuela privada dirigida por los Padres Marianistas, en la cual recibió lo esencial de su educación religiosa. Pierre precisaba: « Llevaba una bella medalla de plata de la Virgen de la  rue du Bac, que había recibido el día de mi Primera Comunión. Así, María me protegía »[13].

En el momento de su conversión, con 19 años, Pierre Goursat no tiene aún conciencia de la importancia de la Virgen María. Un día, dice a su primo, el P. Jacques Goursat: « Tengo al Sagrado Corazón, no necesito a la Virgen ». Éste, le responde: « Se ha convertido usted, ha recibido el Corazón de Cristo; la Virgen entrará poco a poco en su vida ». Y Pierre añadía: « Es lo que sucedió. Ella entró poco a poco, despacito, en mi corazón. Pero entró aún más, como consecuencia de algo que pasó en 1944 ». Evocaba un acontecimiento que tuvo lugar durante el verano, en un París ocupado aún por la armada alemana. Volvía a su casa con una amiga, Élisabeth Dumont. He aquí el testimonio de Pierre:

« Cruzaba la calle y, en ese momento, pasó un coche alemán al descubierto, con un militar. Tuve que dar un paso atrás y se me escapó un ¡Imbécil…!” espontáneo. No sabía que la palabra existe también en alemán, pero que suena mucho más fuerte. Cruzaba la calle, cuando oí que el coche frenaba. Yo ya estaba en la acera y me resistía a volverme; pero oí que el alemán se bajaba del coche, se acercaba a mí y, dejando caer su mano sobre mi hombro, exclamaba: Idiot! Kommandatur! Me solté como pude  y eché a correr a toda velocidad. Entonces, como me dijeron después, sacó su pistola y me apuntó. Iba a dispararme, cuando, de repente, una mujer dio un alarido. Sorprendido por el grito, no disparó, pero se lanzó a perseguirme con la pistola en la mano. Yo le llevaba un poco de ventaja  y corría tan rápido que perdí los zapatos. Aprovechando la esquina, entré por la cochera de mi casa y cerré la puerta. Sólo había que empujar para abrirla. La empujó mientras que yo subía la escalera a toda velocidad. Quería refugiarme en mi casa, en el primero. Pero él había abierto la puerta y yo no tenía suficiente ventaja para que no me viera. En ese momento, el portero, que había oído algo de ruido, salió a la escalera y se dio de bruces con el alemán y su pistola. Durante un instante, desvió su atención y el alemán no me vio entrar. Pero, obviamente, yo no lo sabía. Ya en mi apartamento, pensé saltar por la ventana; pero era difícil, en calcetines. Me asomé a la calle y la vi llena de gente. Decidí, entonces, esconderme en el retrete; o mejor dicho, lo intenté, pues la verdad es que no había donde ocultarse. Esperaba que apareciese el alemán, seguro de que me descubriría. En ese momento, oí una palabra interior muy clara, que venía de la Virgen: “Quédate tranquilo, estás salvado”. Fue tan claro, que no pude dudar. Aunque humanamente pensara todo lo contrario. Oí pasos que iban y venían en el pasillo. Era Élisabeth. Me dijo: “Se ha marchado” »[14].

Élisabeth Dumont explicó cómo Pierre pudo escapar a continuación de forma providencial y esconderse hasta la Liberación de París:

« Volvió a casa -yo estaba presente-  y abrió una puerta no visible que daba al patio de la casa vecina, donde había colocada, justamente, una escalera de mano, gracias a lo cual, pudo escapar. Escapó providencialmente gracias a esta escalera. Una gran reja separaba el patio de las dos casas y le permitía salir por un porche situado en otra calle, frente al metro. Así pudo precipitarse al metro y esfumarse. Se dirigió a casa de una de mis tías, que vivía en la calle de la Pompe y allí estuvo dos o tres semanas esperando que todo pasara, y luego volvió al hotel (donde vivía. ndt). Fue justo antes de la Liberación  […].Yo he pensado siempre que este asunto fue milagroso »[15].

Este acontecimiento permaneció siempre muy presente en la memoria de Pierre e intensificó su amor a la Virgen. Había tenido la experiencia concreta de su presencia y estaba convencido de que María había intervenido ese día para protegerle. A partir de entonces, Pierre tendrá una intimidad mucho más grande con la Virgen María y recurrirá siempre a ella con toda confianza.

 

-2) Pierre comprendió entonces que los corazones de Jesús y de María están íntimamente unidos.

Compartía:

« Tuve, a partir de entonces, un amor cada vez más grande a la Santísima Virgen y, con San Juan Eudes, comprendí que había un sólo Corazón: el de Jesús y María»[16].

Pierre Goursat retomó este tema durante su última enseñanza pública en Barcelona, el  29 de mayo de 1988, hablando de la Anunciación y de la profecía que el viejo Simeón hizo a María en la Presentación de Jesús en el Templo: « Éste niño ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el alma » (Lc 2, 35).

Pierre explicaba:

« En el momento de la Anunciación, Jesús era un pequeño embrión. Algunos días después de su concepción su corazón comenzó a latir. Desde ese momento, dijo: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. La voluntad del Padre es que su Hijo se ofrezca en sacrificio. Existe una intimidad muy grande entre María y Jesús. María comprende que su Hijo se ofrece en sacrificio. Poco tiempo después del nacimiento, van a Jerusalén. Y, allí, el viejo Simeón dice a María que una espada atravesará su corazón. En realidad, lo que estas palabras nos muestran, es la unión entre el Corazón de Jesús y el corazón de María. Por eso, San Juan Eudes decía que el Corazón de Jesús y el corazón de María forman un solo corazón. Es difícil de entender, porque se trata de un corazón humano de María y de un corazón divino de Jesús »[17].

 

-3) Invocar a la Virgen María, cercana a nosotros y que nos conduce a su Hijo

Pierre Goursat hablaba con frecuencia de la Virgen María. Voy a presentaros ahora brevemente 6 temas que desarrollaba en sus enseñanzas, explicando cómo puede ayudarnos María, concretamente, en nuestra vida.

-1er tema: María nos enseña a orar y a meditar la palabra de Dios

Con María, Pierre meditaba la Palabra de Dios. En sus notas personales, escribía:

« La Virgen meditaba todas estas palabras en su corazón, o las repetía en su corazón, en el cuál se medita lo que él nos ha dicho. Recordamos, le buscamos, tratamos de entender »[18].

Decía también:

« Os pido que conservéis todas estas cosas en vuestro corazón, como hacía la Virgen María. Y vais a sentir y a vivir hasta qué punto el Señor nos ama con un amor tierno y fuerte »[19].

-2º tema: María nos enseña la humildad

A Pierre le impresionaba profundamente la humildad de María. Se dirigía a ella así: « Enséñame, María, la humildad. Tú eres el triunfo de la humildad ». Y nos decía:

« María es muy importante para nosotros, porque es un modelo de humildad. De pureza y de humildad. Nos acerca al Señor y nos muestra como acercarnos a él »[20]. Pierre afirmaba igualmente: « María es la humildad en persona, es la pureza en persona. Así que, si se lo pedimos, María nos ayuda. Pero tenemos que pedírselo. Y, entonces, escondidos bajo el manto de María, pasamos a través de este mundo.»[21].

-3er tema: María nos enseña a vivir la compasión

Pierre recordaba que María es para nosotros un modelo de compasión. Escribía: « Conduciéndonos a su Hijo, Jesús crucificado, María, la Madre de Dios, nos invita a vivir con ella la compasión»[22].  La Virgen nos acompaña en las pruebas: « Quiere fortificarnos, consolarnos y ayudarnos […]. Durante la agonía de Jesús, María estaba allí presente. Sufría con Él en la cruz. Una espada dolorosa atravesó su corazón y ella lo ofreció por todos los pecados […]. Ella conoce todos los sufrimientos »[23]. Decía también: «Pedid que el Señor os consuma, que os transforme, que os dé un alma que se compadezca con María»[24].

Pierre desarrolló este tema en otras enseñanzas. Le cito:

« Pedidle a María, que es la madre de la compasión, que os enseñe esta compasión »[25]O también: « Es importante para nosotros suplicar a María, que vive al pie de la cruz del Señor, que sufre y que se compadece con Él sin cesar… Ella nos enseña a tener compasión. Compasión que vivimos cuando los pequeños sacrificios que hacemos, los hacemos por la santificación, por la conversión de las almas […]. Por eso debemos pedírselo a María. Es un misterio de maternidad. Verdaderamente, ella nos da a luz en el sufrimiento»[26].

-4º tema:   María nos protege en el combate espiritual

Pierre Goursat tenía una viva conciencia del combate espiritual del mundo y explicaba  a menudo que obtendríamos la victoria gracias a María. Haciendo referencia al capítulo 12 del Apocalipsis, decía:

« Es indudable que entramos cada vez más de lleno en un combate  de dimensiones universales. Es, auténticamente, un combate contra el Dragón. La mujer contra el Dragón, María que combate contra el Dragón, y que combate contra él en el mundo entero »[27].

Afirmaba también:

« Va a haber este combate espiritual, porque Satán se desatará contra nosotros; pero María nos protegerá.»[28].

Pierre se preocupaba por porvenir de las familias y nos invitaba a rezar « por que las familias se vean renovadas en el amor de caridad ». Proseguía así:

« Es patente que existen actualmente ataques contra la familia, por eso debemos rezar. Digo que hay que rezar… Y María se encarga de los ataques del demonio; María se encarga, y se encarga  bien »[29].

Pierre confiaba profundamente en el poder de intercesión y en la protección de la Virgen. En caso de obstáculos en el camino, permanecía sereno: « María va a arreglarlo todo », decía. Cuando las situaciones estaban bloqueadas, o el combate espiritual era intenso, invitaba a sus colaboradores a ir con él a rezar a la basílica de Nuestra Señora de Victorias, o a la capilla de la “Medalla milagrosa”, rue du Bac. Explicaba un día:

« María construye la Comunidad y es verdaderamente la garante de la Comunidad […]. Todos nos damos cuenta; hemos oído decir que María está como en filigrana en todo lo que vivimos… Es nuestro manto, estamos protegidos»[30].

Pierre rezaba el rosario con mucha intensidad y decía que « es como el bozal que cierra las fauces de los perros». Hacía alusión al demonio, que – precisaba– « tiene un miedo espantoso, un pánico terrible a María »[31]. Pierre afirmaba también:

« Estamos seguros de salir vencedores, y de serlo gracias a María […]. Nos olvidamos de que el demonio existe». Pierre agregaba: « Y Dios […] tomó a una niña, la más humilde de las criaturas, y la más hermosa por su humildad, para hacer de ella la reina del cielo y de la tierra y que domine sobre esta sucia criatura que es el demonio […].  Es decir, que si nos apoyamos en María, no tenemos nada que temer. Porque tiene, además, una gracia maternal, y nos cuidará con la mayor delicadeza, con el corazón de una madre »[32].

-5º tema: Permanecer con María, para recibir el Espíritu Santo y para evangelizar

Pierre recordaba que los apóstoles estaban reunidos en el Cenáculo con María, esperando Pentecostés, y que, si recibieron la efusión del Espíritu que les renovó, fue para evangelizar. Decía:

« Después de la Ascensión, fue desastroso, los discípulos se sentían muy solos; se reunieron entonces en el Cenáculo y rezaban con María, la madre de Jesús, y con sus hermanos. ¡Sus hermanos, son la Fraternidad de Jesús! Rezan todos juntos en el Cenáculo. Pero el Señor, enseguida, les empuja fuera. No les deja en el Cenáculo. ¡Pero, antes, necesitan rezar! Y luego viene el Espíritu Santo, naturalmente. Pero ellos habían rezado antes »[33].

En 1979, Pierre Goursat publicó un artículo para explicar el objetivo del encuentro internacional de la Renovación, que organizó en Lourdes. Escribía entonces:

« Espero que, perseverando en la oración con María, madre de Jesús, podremos recibir el Espíritu Santo, que descenderá sobre nosotros, y convertirnos en testigos de Cristo “hasta los confines de la tierra”, como aquellos que salieron del Cenáculo de Jerusalén el día de Pentecostés […] »[34].

 

-6º tema: Acoger a María como madre nuestra y confiar en ella

Pierre entregaba cada día su vida a Jesús a través de María, rezando la consagración de San Luis María Grignion de Montfort, que nos hizo conocer y que nos invitaba a decir cada mañana. Un joven interno de medicina que descubría la Comunidad, visitó a Pierre Goursat en el hospital al final de su vida. Pierre le citaba pasajes enteros de San Louis María Grignion de Montfort, que conocía de memoria. Este hermano, testifica: « Me daba una gran alegría visitarle, pero era él quien visitaba mi alma, la cuidaba, le hacía bien, y, de alguna manera, una unción de dulzura se derramó en ella, a través de aquellas palabras inspiradas por María ».

A Pierre le gustaba meditar estos versículos del evangelio (Jn 19, 25-27) :

« Cerca de la cruz de Jesús, estaba su madre […]. Jesús, viendo a su madre, y cerca de ella al discípulo que amaba, dice a su madre: ‘‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’’. Después, dice al discípulo: ‘‘Ahí tienes a tu madre’’. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa ». Pierre mostraba: « ¡Juan siguió a Jesús hasta el final! Estaba junto a la Cruz […]. Estaba cerca de Jesús y cerca de su Madre. El secreto de Juan, era su Madre, la Madre de Jesús. Él siguió a María; él, el discípulo que Jesús amaba, el que vio la lanzada en su Corazón, él es el único que da el testimonio del Espíritu, del agua y de la sangre  (cf. 1Jn 5, 8). Le traspasaron el costado, y fluyó. Y Jesús entregó su madre a Juan »[35].

Pierre nos exhortaba a convertirnos en hijos de María, que nos ama como una madre. Le cito de nuevo: « El Señor nos dice: “No entraréis en el Reino de los Cielos, si no os hacéis como niños”. Así que, no tenemos más que volvernos niños. ¿Qué hacen los niños? ¡Pues bien…! escuchan a su madre. Tenemos una madre que el Señor nos ha dado, y que se nos da en nuestro tiempo de forma especial. María ha pasado a ser, oficialmente, la madre de la Iglesia, así que es verdaderamente nuestra madre. Y si la escuchamos, las cosas se simplifican mucho »[36]. Pierre hacía alusión al hecho de que, durante el Concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, Pablo VI había declarado a María « Madre de la Iglesia ».

Después del primer encuentro de la Renovación, que había organizado en 1976, Pierre escribía en una editorial de Il est vivant!:

« Lo que el Espíritu reaviva del misterio de la Virgen María en la Renovación, no es una piedad sentimental, sino el realismo ante su persona. Si María es una imagen simbólica, en ese caso, todas las exageraciones de credulidad o de escepticismo son posibles. Si se la reencuentra en la fe como a una persona viva, como a la Madre del Señor, como a nuestra Madre, entonces, los temores se desvanecen, pues no estamos ya tratando con una idea, sino con una persona »[37].

Pierre evoca, en 1979, un acontecimiento de su infancia que le había marcado, ilustrando la confianza que debemos tener en la Virgen María:

« Cuando era pequeño, cuenta, tenía una confianza muy grande en mi madre. Me tenían que operar de apendicitis. A mi hermano menor le habían operado anteriormente. Me habían dicho que había estado muy grave, que casi se muere. Algunos meses después de esto, yo tenía miedo, por ello, de la operación. Mamá había conseguido permiso para acompañarme hasta el bloque operatorio y sostenerme la mano en el momento en que me dormían. Yo me sentía bien, y ella me diría después : ¡Estabas tan relajado…!. La contesté: “¡Pues claro ! ¡Cómo me habías dicho que no me dolería, tenía confianza!” ».

Y concluye así:

« Con María, tenemos confianza; es verdaderamente nuestra madre, así que, con ella todo es simple»[38].

 

Llego a la conclusión

El corazón de María y el Corazón de Jesús eran indisociables para Pierre Goursat.

En las anteriores enseñanzas, he tratado de mostraros que, para Pierre, la vida de oración y el celo misionero estaban íntimamente unidos, eran inseparables. Contemplando el Corazón de Jesús, Pierre vivía de manera unificada, completamente orientado hacia Dios y hacia los demás. La relación de intimidad que tenía con Jesús en la oración, le conducía en toda ocasión a la evangelización. Como todo corazón humano, el Corazón de Jesús se contrae y se dilata permanentemente para irrigar con la sangre y mantener la vida, en ese doble movimiento fisiológico incesante que llamamos « sístole » y « diástole ». Podríamos aplicarlo en el plano espiritual. Para Pierre, estos dos tiempos eran indispensables, afín de permitir que la vida divina pueda difundirse en nosotros y en todo el Cuerpo de la Iglesia. En la adoración, Pierre se dejaba renovar por Jesús y se llenaba de compasión por la salvación de las almas. Y esto, le empujaba seguidamente a la évangélisation.

Os propongo concluir este recorrido con Pierre, rezando juntos estas invocaciones al Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María, que podéis repetir conmigo:

« Jesús, manso y humilde de corazón,  haz nuestro corazón semejante al tuyo ».

« Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, abrásanos con el fuego de tu amor ».

« ¡Corazón sagrado de Jesús, confiamos en ti ! ».

« ¡Corazón inmaculado de María, confiamos en ti ! ».

 

Terminemos recitando la oración de consagración de San Luis María Grignion de Montfort a  la Virgen María, que Pierre amaba tanto, y nos enseñó :

« Te elegimos hoy, María,

en presencia de todos los santos, como nuestra Madre y nuestra Reina.

Te entregamos y consagramos, con toda sumisión y amor,

Nuestro cuerpo y nuestra alma, nuestros bienes interiores y exteriores,

Y hasta el valor de nuestras buenas acciones pasadas, presentes y futuras,

Dejándote completo y pleno derecho

Para disponer de nosotros y de todo lo nuestro,

Sin excepción, según tu beneplácito,

Parala mayor gloria de Dios, ahora y por la eternidad.

Amén ».

 

[1] Retiro de la Fraternidad  de Jésus en Paray-le-Monial, agosto 1979.

[2] Intrevista a Pierre Goursat, T6, mayo1988.

[3] Intervención de Pierre Goursat durante la primera sesión de Paray-le-Monial, 16 julio 1975.

[4] Sesión de Paray-le-Monial, julio 1977.

[5] Editorial, El Corazón de Dios, Les Cahiers du Renouveau-Il est Vivant !, n° 17, febrero 1978, p. 2.

[6] Pío XII, encíclica Haurietis aquas in gaudio, n° 72.

[7] San Buenaventura, La Viña mística.

[8] Carta al P. Croiset, 3 noviembre 1689.

[9] Fin de semana Emmanuel, 23 noviembre 1975.

[10] Il est Vivant !, n° 10, diciembre 1976.

[11] Retiro de la Fraternidad de Jesús à Paray-le-Monial, agosto 1979.

[12] Retiro de la Fraternidad de Jesús, Paray-le-Monial, 30 diciembre 1977.

[13] Testimonio de P. Goursat, T2, julio 1986.

[14] Retiro de la Fraternidad de Jésus, agosto 1979.

[15] Testimonio de Élisabeth Dumont, 14 abril 1991.

[16] Testimonio de Pierre Goursat, T5, mayo 1988.

[17] Fin de semana comunitario en Barcelona, España, 29 mayo 1988.

[18] Notas preparatorias para una enseñanza en la escuela de oración, finales de 1971.

[19] Fraternidad de Jesús, Navidad 1983.

[20] Fin de semana comunitario, 14-15 junio 1980.

[21] Retiro de Fraternidad de Jesús, Paray-le-Monial, 24 julio 1983.

[22] Editorial de la revista Il est vivant !, n° 6-7, febrero-mayo 1976.

[23] Reflexiones espirituales de Pierre Goursat, verano 1980.

[24] Charla del 23 de mayo 1976.

[25] Fin de semana comunitario, 21 junio 1981.

[26] Fin de semana comunitario, 20 septiembre 1981.

[27] Fin de semana comunitario en Neuilly, 12 mayo 1979.

[28] Retiro de la Fraternidad de Jesús, Pascua 1978.

[29] Fin de semana comunitario, abril 1983.

[30] Retiro de la Fraternidad de Jesús, 10 agosto 1978.

[31] Fin de semana comunitario, 30-31 mayo1981.

[32] Fin de semana comunitario, 15 marzo 1980.

[33] Retiro de Fraternidad de Jesús, Pascua 1982.

[34] Editorial de la revista Il est vivant !, n° 23, marzo 1979.

[35] Retiro de Fraternidad de Jesús, finales de diciembre 1980.

[36] Fin de semana comunitario, primavera 1979.

[37] Editorial de la revista Il est vivant !, n° 8, julio 1976.

[38] Retiro de la Fraternidad de Jesús, Paray-le-Monial, agosto 1979.